Prohibido entrar en mi corazón.

Capitulo 1

El despertador comenzó a sonar, y con la mano izquierda lo apagué. Tenía los ojos tan pegados, que hasta pasados diez minutos no me levanté. Cuando lo hice, me di una ducha de agua fría para despejarme. Me puse unos tejanos y una camiseta de manga corta, y encima una chaqueta. Estábamos en marzo, pero no hacía un frío tremendo. Encima la mesa, contemplé un papelito que ponía “Emily, ¡tienes que ir al hospital a por mamá a las diez!”. Me apunté en un papel que hoy tenía que ir a recoger a mi madre al hospital, ya que estaba recientemente operada. Hasta me tenía que poner mi nombre, Emily, en el papel.

Me hice unas tostadas con aceite, me arreglé del todo y cogí mi coche dirección al hospital. No había caravana así que llegué antes de la hora. Fui a la habitación de mi madre, y cuando entré, tenía compañía.

-Emily, que puntual cariño—me dijo mi madre.
-Ya, casi diecinueve años dan para mucho—reí.
-¡Hola! ¿Cómo estás?

Había una señora rubia sentada en la silla. Me dio un abrazo y dos besos. Era nuestra vecina Simone, y tenía dos hijos gemelos famosos, que formaban parte de un grupo llamado Tokio Hotel.

-Bien, ¿y tú?—le pregunté.
-Bastante bien, han venido mis hijos a casa, dicen que se van a quedar aquí dos semanas o así, estoy emocionada.
-¡Qué bien! Me alegro mucho.

En mi mente estuve recordando la imaginen de Bill y Tom, los gemelos. Bill era altísimo, con un look diferente a todo el mundo y un romántico. Tom era más diferente, rapero, tenía el pelo de trenzas negras, y un pirsin en el labio. Ho eso recordaba yo de la última vez que los vi, hace unos meses. Los conozco desde hace unos seis años, que es cuando me mudé a la casa de al lado. Pero nunca he tenido mucho trato con ellos.

-Que ganas de irme de aquí ya, madre mía.
-Si yo también quiero que salgas ya, que me aburro sin ti la tarde de los miércoles—le dijo Simone a mi madre, luego me miró a mi— ¿Y en la universidad que tal?
-Bien gracias, me ha costado pero la mayoría de los exámenes aprobados—le contesté con una sonrisa enorme.

Así estuvimos hablando hasta que el médico vino y le dio el alta a mi madre, que ya se encontraba perfectamente. Simone quería volver en autobús, pero insistí en que viniera con nosotras en coche, y al final aceptó. Con ella sí que tenía buena relación, no como con sus hijos, que no los veo casi nunca ni hablamos, solo saludos. Cuando lleguemos a casa aparqué el coche.

-Ahora pediré unas pizzas, ¿vale mama?
-Eh, ¿por qué no coméis en mi casa hoy? Emily, así aprovechas y conoces a mis hijos, que siempre saludos pero nunca habéis hablado una frase entera—me dijo con una sonrisa.
-Bueno, por mí, como quieras, si Emily quiere—dijo mi madre.
-Claro que sí.

Entonces nos dirigimos hacia la casa de Simone, que abrió la puerta y entremos hacia el comedor, donde se escuchaban ruidos de una televisión.



Capitulo 2

Tenía la casa muy ordenada. Bill y Tom, estaban viendo la televisión, una serie. Cuando nos vieron se levantaron del sofá y vinieron a saludarnos. Los dos llevaban unos pantalones de chándal, Simone les contó que nos íbamos a quedar a comer.

-Hola Emily—me dijo Bill sonriendo cuando se acercó con Tom para saludarme.
-Hola.
-Vaya, as cambiado bastante desde la última vez que te vi, ahora estas más guapa.

Que pasa, ¿Qué antes no era guapa o qué?

-Supongo que debería agradecerte el cumplido—le dije.
-No estaría mal.
-Gracias—asintió sonriendo.

También saludaron a mi madre, que iba en silla de ruedas. Era la primera vez que tenia una conversa con ellos, bueno, mejor dicho con Tom. Yo me fui a la cocina a ayudar a Simone, mi madre se quedó hablando con los chicos en el salón. Simone y yo hablábamos de cuando me vine aquí con mi madre, a vivir con mi padre, que por cierto murió, pilotaba un avión y no se por qué, cayó al mar, y yo solo tenía doce años cuando pasó eso. Simone se ría cuando recordaba los días en los que venía cabreada por haberme puesto un parte por hablar en clase cuando todo el mundo lo hacía. En el salón también se escuchaban risas. Me lo estaba pasando bien hablando con Simone. Cuando terminemos, los chicos prepararon la mesa, llevamos la comida y comencemos a comer.

-Lara, ¿te puedo preguntar algo?—Le preguntó Bill a mi madre.
-¡Claro!
-Siento si te molesta, pero, ¿cómo te sientes después de que te amputen la pierna derecha hasta la rodilla?
-Bueno, el azúcar, que se le va a hacer. Y lo único que me preocupa, que cuando no esté en la silla de ruedas Emily me esconda las muletas—todos reímos.
-Por cierto mamá, está tarde nos vamos al cine con Georg y Gustav, ¿vale?
-Claro, ¿y por qué no os lleváis a Emily? Aquí se aburrirá—dijo Simone.

¿Por qué iba a querer yo ir al cine con dos chicos famosos que casi ni conocía y a conocer a dos chicos más? No sé, no creo que pinte nada ahí, solo un estorbo. Yo en su vida, no pinto nada joder, ¿por qué todo el mundo intenta meterme si yo no quiero?

-Si Emily ves, ¡te divertirás!—me dijo mi madre, y por no decirle que no a mi madre acepté, pero con desgana.

Cuando terminemos de comer, todos excepto mi madre ayudemos a recoger. Después de que los dos gemelos se arreglaran, nos montemos en un coche grandioso y negro que conducía Tom. Yo me senté en la parte de atrás sola, y mientras íbamos para al cine me sonó el móvil, era un mensaje.

-Que, ¿has dejado plantado al novio?—dijo Bill girándose y sonriendo a la vez.
-No tengo novio.
-¿Entonces quién es?—preguntó Tom.
¿Por qué se empeñan en saber todo de mi vida si siempre me han ignorado? Y que si me ha llegado un mensaje, puede ser de publicidad misma, o de un amigo simplemente. Yo controlo mi vida, no unos mini detectives.
-Es, Gerard, un amigo de la universidad, para ir a la piscina mañana domingo.
-Oh, vaya, igualmente lo verás el lunes, pero bueno.

¿Y qué pasa si lo voy a ver el lunes? ¿No puedo quedar con un amigo aun que lo vaya haber o qué? Oh perdón señorito Tom, no pensé que estaba prohibido. Cuando lleguemos al cine, Bill me explicó que habían reservado toda la sala, como siempre hacían para evitar problemas. Dentro ya se hallaban sus dos amigos, Georg y Gustav, los cuales se presentaron y me cayeron bastante bien. Muy majos. Mientras todos subían para sentarse por arriba, yo me quedé por el medio, ya que no me gustaba estar muy lejos para ver las pelis. La peli era de miedo, o eso me habían dicho. Y a los diez minutos de peli, Tom bajó y se sentó a mi lado.

-¿Por qué eres tan fría? Sobretodo conmigo, ¿te pasa algo?
-No, solo que soy un poco reservada, nada más.
-Ah, vale.

Sus ojos brillantes me miraban de una forma que hacía que mi corazón hiciera lo que tenía prohibido. Enamorarse de él. Siempre se lo he dicho, y por el momento. No podría negar que me haya sentido atraída por él cuando nos cruzábamos, pero eso fue historia, y también es algo que no volverá a pasar.

-¡Emily! ¡Ven un momento por favor!—cuando me giré vi a Gustav que me llamaba.

Subí y dejé a Tom solo. Cuando llegué se empezaron a reír. Espero que no sea por mí, porque si no ya han puesto la gota que ha colmado el vaso…

-Quédate aquí, que Tom va de macho, pero en verdad con estas pelis, la pierna izquierda le tiembla—me contó Bill, no pude evitar reírme, solo la pierna izquierda, vaya.

Les hice caso y me quedé con ellos. Eran bastante graciosos, se sabían divertir. Al final, cuando en la peli parecía que iba a pasar algo, se subió con nosotros, Bill tenía razón, Tom en verdad era un cagueta, como todos los tíos en verdad. A Gustav también se le veía cagado. Cuando acabó la peli, cada uno se fue a su casa, y por supuesto, a mi los gemelos me dejaron en la mía, a escasos metros de la suya.




Capitulo 3
Cuando entre en casa, me encontré a mi madre viendo un programa donde construyen casa a gente que lo necesita de verdad. Me dijo que tenía mi cena en la nevera, que solo la tenía que calentar y ya, eran frankfurts. La deje viendo la tele y yo subí por las escaleras a mi habitación. Mi habitación no era como una terraza, pero no era pequeña. Tenía los muebles azules que elegí cuando vine aquí, y mi cama con dosel roja. Parecía del Barcelona y todo. Tenía dos ventanas. Una daba a la calle y otra daba a la casa de Simone. Subí las cortinas, me gusta que entre claridad, aun que no haya mucha. Mi móvil comenzó a vibrar.

-¡Emily! ¿Mañana al final vamos a la piscina?
-Es que no sé qué hacer.
-Recuerda que vamos a la climatizada, ¡no hará frío!
-Pero es que el lunes tengo un examen…
-Buenos, si quieres venir, me llamas más tarde, ¡adiós!
-Adiós.

La verdad es que no me apetecía nada quedar con él. No es que tuviera un examen, si no que tenía que entregar un trabajo. Aparte, yo se que Gerard quiere algo más que amistad, siempre me ha ayudado, siempre me ha protegido de la gente que me ha intentado hacer daño, siempre me llama para ir a dar una vuelta por ahí. Y yo solo le quiero como amigo. Bajé abajo y me calenté la cena. Me senté en la mesa y empecé a hablar con mi madre.

-Por cierto, la cena me la dio Simone en dos fiambreras.
-Pobre mujer, siempre tan amable.
-Y como agradecimiento, las vas a fregar, ¿y mañana por la mañana me harás el favor de llevárselas?
-Claro mamá, estate tranquila.

Terminé de cenar a la media hora y lave las dos fiambreras de Simone. Como a mi madre le costaría subir las escaleras, unos días antes de la operación vinieron unos hombres y un escritorio que teníamos, lo pasaron a la planta de arriba al dormitorio de mi madre, y su habitación la bajaron abajo. Su ropa la puse en una cómoda que tenia con otras cosas, así no se la tenía que bajar yo. Por suerte abajo teníamos un lavabo y arriba otro. La planta de arriba seria toda mía.

-Bueno, me voy a ir a dormir ya, ¿vale?
-Vale.
-Pon el despertador a las diez, que como se vaya a comprar…
-Si mamá, tranquila…

Mi madre se vistió bastante bien. Le acerqué las muletas y fue al lavabo. No necesitaba ayuda, para mí eso era un descanso. Menos mal que solo le habían tenido que quitar una pierna, porque sino…Subí a mi habitación y cogí mi portátil, me tumbe en la cama y comencé a jugar a juegos. Me aburría mucho. Estuve mirando mi correo, páginas de cotilleos de famosos…Hasta que me entró sueño, apagué el ordenador y me fui a dormir.
A la mañana siguiente, el despertador sonó con fuerza. Cuando me levanté y abrí la ventana, el cielo estaba nublado y corría aire, la cerré. Bajé abajo y me encontré a mi madre desayunando.

-Buenos días.
-Hola.
-¿Quieres que te haga tostadas o algo?—estaba desayunando tostadas.
-No hace falta, pero gracias igualmente mamá.
-Tranquila, también ice para ti—se rió.
-Que previsora—yo también reí, mi madre siempre timándome, que mujer.

Después de desayunar me arreglé, tarde una media hora, casi tres cuartos. Me despedí de mi madre y fui a casa de Simone. Me abrió Bill la puerta, cuando le pregunté por Simone, me dijo que había ido a comprar, llegué tarde.

-Pero si quieres esperarla, así nos conocemos más.

¿Por qué querría conocerte yo a ti si nunca me has hecho caso? Además, te puedo dar esto a ti y yo largarme, pero como soy una bella persona, te voy a hacer caso y te diré que sí con una sonrisa.

-Por supuesto, gracias—le sonreí.

Me dejó pasar, y me llevó a la cocina, donde se estaba preparando el desayuno. Llevaba puesto un pantalón negro con dos rayas rojas de chándal, y una camiseta roja a juego. En verdad Bill también era una bellísima persona, si querías decir algo se callaba para escucharte con una sonrisa. Mientras hablábamos también comía, y se terminó el desayuno pronto. El continuó recogiendo.

-Te preguntaras donde está mi hermano, ¿no?
-Pues no—mentira, me lo estaba preguntando a cada segundo.
-Está durmiendo, a veces me dan ganas de tirarle un cubo de agua enserio.
-Tíraselo, yo te ayudo—reí.
-¿Lo dices enserio?—asentí—Pues vamos a hacerlo.

En ese momento creo que se me quedó cara de tonta. Yo lo decía en serio, pero porque pensaba que él no se iba a atrever, pero estaba dispuesto a hacerlo. Tenía algo de miedo por si se enfadaba, pero a la vez me sentía como una niña pequeña haciendo de las suyas.




Capitulo 4
Cogimos un cubo muy pequeño y no era muy hondo, además, tampoco lo llenamos del todo. Bill siempre quiso hacerle eso a su hermano, como había visto en las películas de la televisión. Lo subió Bill por las escaleras, porque yo no es que tuviera mucho pulso. Lleguemos a la habitación donde dormía Tom, tenía la puerta cerrada completamente. La abrí con cuidado y entremos. Como el pasillo daba luz se veía más o menos donde estaba su cara, el seguía durmiendo. Yo también cogí el mini cubo, y el agua que llevaba se la tiremos en toda la cara. Se incorporó de golpe.

-Bill, me cago en lo que todo el mundo sabe.
-Hostia, ya sabe que eres tú, que chulo—me reí, pero me tapé la boca de golpe al ver que me miraba.
-¿Emily? No jodas que tú también has sido.
-Ahora es cuando se va a vengar y por eso es mejor que salgamos de aquí pitando mientras se pone una camiseta—me dijo Bill mientras se alejaba.

Yo le seguí rápidamente, nos metimos en el baño. Creo que Tom de mientras se estaría vistiendo. En el baño vi que no había pestillo, así que Bill me dijo que le ayudara a no dejar entrar a Tom, que seguramente vio donde nos habíamos metido. En eso que al ratito empezó a dar a la puerta un golpe.

-Será mejor que salgáis.
-Es que, yo creo que no—le contestó Bill.
-Guay.

Al final pudo con nosotros dos y se metió en el lavabo. Se quedó un momento pensando como vengarse delante de la puerta. ¿Quién me manda a mí meterme en líos? Si es que, soy gafe, siempre lo he pensando, pero bueno, no creo que sea tan malo con nosotros, al fin y al cabo, el por poco es el mayor.

-Os vais a dar una duchita, sentaros los dos dentro de la bañera.
-Ala, bruto, que yo no vivo aquí, joder, soy gafe—me quejé.
-Mi hermano está loco, no me quiero duchar ahora.
-Pues te vas a duchar ahora.

Vaya cara teníamos que tener Bill y yo. Los dos sentados en la bañera, con el agua medio congelada cayendo encima de nosotros y el otro tan pancho riéndose. A mí me dejó salir antes y a Bill le dejó un ratito más. Tenía empapados hasta los calcetines, menos mal que me quité las bambas antes de meterme. Luego, dejó salir a Bill, también empapado.

-¿Mejor te dejamos ropa para volver a tu casa aun que esté al lado no?
-Sí, más os vale. Y rápido que tengo que hacer un trabajo.
-Sí, Tom, mejor que mamá no vea lo que nos has hecho por que sino…
-¿Qué pasa si se lo digo?
-Me coge de la oreja y me hace polvo—puso cara de dolor.

No pude evitar reírme en su cara. Así que Simone les cogía de la oreja si hacían algo mal. Pues de pequeños les estiraría más, tienen que tener las orejas desgastadas. Me dejó la ropa Bill, ya que la de Tom, era bastante ancha. Me cambié en el lavabo, puse mi ropa en una bolsa de plástico que me dieron y salí a fuera.

-Gracias por la ropa Bill, cuando esté limpia, vamos mañana o así, te la traigo.
-Vale, tranquila.

Estábamos bajando las escaleras, llegando a la puerta de la calle, cuando Tom me dijo que me esperara un momento y el subió para arriba. Le pregunté a Bill si sabía lo que iba a hacer y me dijo que no. Al cabo de un ratito bajó. Llevaba como un gorro negro, me lo tendió.

-Toma, este me lo pongo siempre para los conciertos, te lo regalo.

Me quedé algo atónita. No sabía que decirle. ¿Por qué me lo daba? Si apenas me conoce de nada. Bill también se quedó sorprendido de esa escena.

-Pero si te lo pones para los conciertos, ya no lo tendrás.
-Tranquila, tengo dos más.
-¿Pero por qué me lo das? Si apenas me conoces.
-Ya lo sé, pero me caes genial, y los amigos se hacen regalos.

Me lo puso y me fui. Seguía sin entenderlo. Si nos conocemos de dos días prácticamente. Y vamos, encima es el gorro que se pone para los conciertos, tiene que ser especial para él. Al final no vi a Simone, pero bueno. Y encima, mi madre no estaba en casa, había una nota de que se había ido a dar una vuelta. Que mujer, se va en silla de ruedas a pasear, pero claro, a ella siempre le ha gustado salir si no tenía que hacer nada, así que…
Me puse a hacer el trabajo para la universidad. Este que tenía que hacer era bastante cortito, así que lo acabé en dos horas, justo cuando vino mi madre. Se puso a hacer la comida y yo le conté lo ocurrido en casa de Simone. Se empezó a reír en mi cara por lo que Tom me hizo.

-Vaya, no sabía que Tom era vengativo.
-Pues sí, y mucho, pobre Bill.
-Pero yo creo que se ha sentido mal por lo que te ha hecho y para que no te enfades con él te ha dado el gorro.
-¿Tú crees?
-Si cariño, y sé muchas más cosas de Tom que nunca podrías imaginar.


Capitulo 5
Insistí varias veces, pero mi madre no me quiso decir nada de lo que sabía de Tom.

-¿Por qué mas adelante? Yo quiero que me lo digas ahora.
-Estropearía todo, créeme.
-Pero yo no lo diría a nadie, joder.

Pero nada. Así que triste por mí derrota me dedique a ordenar mi habitación. Eché la ropa sucia a lavar, limpié los cristales, ordené la ropa de los cajones, hice mi cama…vamos, la deje limpísima, como si todo fuera nuevo. Esperé el tiempo suficiente para poder ducharme y me duche. Me tiré bastante tiempo allí dentro pensando en todo. Estaba feliz porque Tom me había dado el gorro, pero no sé, yo no le había dado nada y apenas nos conocíamos. Después de esa ducha refrescante de mentes, miré mi correo. Y cuando mi madre me llamó para cenar, bajé y hable con ella.

-¿Otra vez con el gorro de Tom puesto?
-Sí, es que me gusta.
-Oh, me alegro.
-Y estoy pensando, en que si mañana le compro yo algo, para que me recuerde.

Ella asintió, y con eso sentí un alivio tremendo. Siempre le preguntaba su opinión, ya que cuando era más joven, a veces no lo hacía caso, y por experiencia, es mejor seguir sus consejos. Terminemos de cenar, y yo me fui a dormir. Era una gran putada tener que coger el coche cada mañana para ir a la universidad, ya que encima, me tenía que levantar bastante pronto. El lunes fue agotador, por suerte solo tenía que ir por las mañanas, a la universidad. Cuando salí a las dos, me dirigí a un centro comercial. Y le compré a Tom una pulsera de plata, ya que así le podía grabar lo que yo quería. Por delante ponía “Tom Kaulitz” y por detrás “De Emily, para una gran persona”, que es lo que él era. Conducí hasta casa y antes de entrar, fui a la de Simone. Cuando piqué, justamente me abrió Tom.

-Hey, hola. ¿Qué tal estamos?—me puso una sonrisa de oreja a oreja.
-Bien, he venido a traerte un regalo, como tú me hiciste uno…
-Oh, ¡muchas gracias!
-Me he dejado mi paga, se que tu puedes aspirar a otra cosa mas cara, pero yo no, así que…

Cuando vio la pulsera, y leyó lo que ponía me abrazó, no entendí el motivo, solo le regalé algo, como él había hecho. Le ayude a ponérsela. Parecía que le iba bien de muñeca, así que me sentí feliz, muy feliz. Me estaba cayendo bien y todo, el chico este, algo que nunca llegué a imaginar que pasaría.

-¿Sabes? Te voy a invitar a comer.
-¿A mí?—me sorprendió bastante esa entrada.
-¡Sí! No creo que esté hablando con el espíritu de la golosina—empezó a reírse.
-Vale, pero tengo que ir a avisar a mi madre y a dejar la mochila.

El asintió. Aviso a Simone y a Bill que me había invitado a comer y fuimos para mi casa, deje la mochila en mi habitación, se lo dije a mi madre y me dio permiso. Mientras iba a la cocina para beber agua, por un espejo vi como le guiñaba el ojo a Tom y entré. ¿Y si las cosas que no me quería decir tenían que ver conmigo?¿Por qué mi madre le guiñó el ojo? Salí de la cocina y Tom me obligó a ponerme su gorro, decía que me quedaba mono, así que me lo puse. Salimos a fuera y decidimos coger mi coche para disimular más. El insistió en conducir.

-¿Has probado el sushi alguna vez?
-No, ¿tú?
-Sí, no está mal, ¿vamos a comer a un japonés?
-Vale, pero que sea un restaurante de esos de que los platos giran, que molan, lo vi en la tele.
-Joder, como te complicas la vida—se rió.

Conducía bastante mejor que yo, supongo que sería la práctica que a mí me faltaba. La pulsera que le acababa de regalar le quedaba perfecta, me encantaba. Por el retrovisor me veía, con su regalo. En verdad, tengo miedo, miedo a que me guste, miedo a que le pueda gustar. No espera, soy gilipollas, ¿Cómo puedo pensar que algún día me quisiera? Soy una ilusa que se hace sueños y luego pasa lo que pasa. La palabra que mejor conozco es “sufrir”.

-Bien, ya hemos llegado—me avisó.

Aparcó y entremos al restaurante, no estaba muy vacio, pero vimos dos asientos libres, así que nos sentemos en la mesa que gira. Yo me senté en el lado que puedes coger primero los platos, vamos, el derecho.

-Este que viene rojo esta, madre mía, este me lo cojo.

Voy y lo cogí yo, se quedó con una cara, que no pude evitar reírme, pobre, le había robado el plato. Y eso lo repetí unas cinco cuatro veces, el me ponía cara de enfadado pero no podía evitar reírse. Pasé una comida bastante entretenida, muy divertida. El también parece que se divirtió bastante. Volvimos a conducir hasta casa. El viaje también fue entretenido.

-Bueno, pues…supongo que ya nos veremos—empezó a despedirse.
-Si jaja, eso espero.
-Vaya que casualidad, yo también espero verte, adiós.
-Adiós.

Nos dimos un abrazo y cada uno entró en su casa. Mi madre me preguntó que tal fue y todo. A los cinco minutos de sentarme en el sofá, el teléfono de casa sonó, lo cogí yo.



Capitulo 6

-¿Diga? Al mando Emily.
-Oh, Emily menos mal que lo coges tu, la vergüenza que tendría si lo hubiera cogido tu madre. Soy Bill. Venga va, que le has hecho a Tom, ha venido bastante contento, y no me ha querido contestar que ha pasado mientras comíais.
-Bill que chafardero—me reí— ¡No ha pasado nada!
-Tranquila que no diré nada, venga, cuenta lo sucio—ponía voz de niño pequeño.
-Bill, va enserio, no ha pasado nada.
-Oh vaya, es que como Tom venia tan feliz, pensé que había pasado algo.

Estuve un rato hablando con Bill por teléfono, realmente un chico encantador. Nunca pensé que iban a ser mis amigos, es más, nunca pensé que me caerían bien. Porque por regla, a muchos famosos se le sube bastante el ego, y son unos creídos, prepotentes chulos y unos asquerosamente ricos. Pero ellos son diferente, no son creídos, son amables, hacen regalos, y parece que no tiene la fama en la cabeza, pero eso sí, son asquerosamente ricos. Terminé de hablar con Bill y me fui a la ducha, que duró tres cuartos de hora. ¿Por qué no podía parar de pensar en mi comida con Tom? Tom está prohibido para mi corazón.
Estudié, cené y me fui a dormir. Al día siguiente me levanté, fui a la universidad, vine a casa y comí, me duché, estudié y me fui a dormir. Y así también pasaron el miércoles y el jueves. El viernes tuve que ir a la universidad en tren porque me apetecía, pase un día bueno, y por fin acabó la última hora.

-¡Emily! Tengo que hablar contigo—me giré y vi a mi amigo Gerard.
-Dime.
-Pues verás, este papel lo dice todo, ábrelo en casa, ¡hasta el lunes!
-Adiós.

Se fue como corriendo. Fui hacia la parada del metro y lo cogí. No pude retener la intriga y decidí abrir el papel, ponía “te quiero, no podía aguantar más sin decírtelo”. Vaya asco, el lunes tendría que decirle que no me gusta, ahora solo me falta una carta en el buzón para completar el día. Cuando llegué a casa, en el buzón encontré una carta, “Para Emily “, solo ponía eso en el sobre, así que supuse que alguien vino a dejarla expresamente aquí. Entre en casa, deje la carta y la mochila en mi habitación y baje a parar la mesa.

-Mama, ¿Tú has visto alguien echar una carta en el buzón?
-No, ¿Por qué?—nos sentemos a comer.
-Porque me encontrado una carta en el buzón que pone que es para mí, y no tiene dirección ni nada.
-Ha pues ni idea hija, luego la lees y ya está.

Acabé rápido de comer, apenas serian las tres. Subí rápidamente, cogí la carta, me tumbé en la cama y me puse a leerla.

“Querida Emily, nunca pensé que esto podría llegar a pasar en la vida que llevo, pero ha pasado, he bajado la guardia y he visto lo importante que eres. Creo que es una de las pocas veces que he escrito una carta de estas características, te diría quien soy, pero se iría todo a la mierda, sinceramente. Tus ojos, tus ojos cada vez que me miran hacen que mi cuerpo se acelere y que entren ganas de hacer cosas que no se debe, y es que eres importante, y me encantaría no poder dejarte nunca, nuestros caminos se cruzaron para no volver a separarse más, pero creo que como no sentimos lo mismo, se van a separar, ich liebe dich.”

Bajé corriendo las escaleras, y por eso casi me mato, le enseñe a mi madre la carta
.
-Di, quien es, necesito saberlo.
-No se hija mía, investiga, puede ser de Gerard.
-¡NO! GERARD SE ME DECLARO ESTA MAÑANA, ESTOY ESTRESADA.
-Shh, ¿te hago una tila?
-No mama, eso no podría calmarme, espera…voy a investigar.
-Que cría estas hecha—y rió.

Subí las escaleras corriendo, abrí el portátil, lo encendí y esperé impaciente a que se cargara. Cuando lo hizo busqué rápidamente en el google letra de Tom Kaulitz, salió una carta que había escrito él, la amplié y comparé la letra con la de la carta. Se parecía mucho, por no decir que era clavada. Abrí la ventana y me apoye en el marco mirando para el suelo con las manos en la cabeza. ¿Por qué yo? No soy la chica más guapa del mundo, además, podría aspirar a famosas con más categoría.

-Vaya, ¿pasa algo?—miré para adelante y vi a Tom también apoyado en el marco de su ventana fumando.
-Nada, una carta que no se dé quien es—mentí—por cierto, el tabaco es malo.
-Ya lo sé, pero no puedo evitarlo, estoy enganchado.
-Pues yo te desengancho.
-Y bueno, ¿hoy no haces nada?
-No, quedarme aquí aburrida supongo.
-Bill y yo vamos a ir a comprar ropa, ¿quieres venir?
-Vale—la verdad es que quería pasar tiempo con ellos dos.
-Bueno pues a las cuatro y media te picamos.

Asentí, me despedí y me fui de la ventana. Me arreglé, ordené mi bolso y guardé la carta dentro del. Le conté a mi madre los planes y me dio permiso. El rato que estuve esperándoles mirando la tele, pareció como si fueran cinco horas, pero al final, el timbre sonó.


Capitulo 7
Cuando abrí la puerta me los encontré a los dos gemelos sonriendo. Les di un abrazo a los dos. Cuando Tom hecho para adelante, para el asiento del conductor, Bill me empezó a dar unos mini codazos. Vaya hombre, supongo que quería que le contara si de verdad pasó algo aquel día, y la verdad fue que no pasó nada. Una vez en el coche empezamos a entablar conversación.

-¿A dónde vamos?—pregunté, ya que no me dijeron el sitio.
-Vamos a una calle donde venden una ropa chulísima, y encima no hay mucha gente—dijo Bill.
-Oh, que guay, ¡yo te ayudo a elegir la ropa Bill!—reí.
-¿Y a mí no? Vale, lo tendré en cuenta, ya verás—soltó Tom como haciéndose el celoso, si es que no lo estaba.
-A ti también.

Entonces empezó a reírse ante el tono de cómo lo dije, como si hablara con un niño de cinco años, Bill empezó a llamarle bebé, que si no sabía hablar aún, que si…un montón de cosas. Pero Tom no se quedaba callado, que va, el contestaba a Bill, pobre, yo tenía que poner orden en el coche, como si fuera una jueza. Al cabo de un rato bastante largo, llegamos a la calle en la que estaban las tiendas. En la calle también había un parking, así que salimos Bill y yo y nos quedemos esperando fuera, entonces aproveché, saqué la carta y se la enseñé a Bill.

-Dime que no es de Tom, ¡dime que no! Pero dime solo la verdad.
-Pues—pensó unos instantes—es de Tom.
-Mierda.

Lo único que no quería escuchar era eso. La carta iba dirigida hacía la persona que quería, nunca imaginé que pudiera ser yo. ¡Si ni siquiera nos hablábamos hace cinco días! Todo esto era una película, o tal vez estaba soñando, o tal vez estuviera loca, prefiero la segunda opción. Bill me insistió en que quería leer la carta, pero no se la dejé, eran unos sentimientos, no era una carta de una empresa. Cuando escuché a una persona silbar, guardé la carta rápidamente, porque pensé que podría ser Tom, y efectivamente era él.

-¿Vamos?
-¡Vamos!—dijimos Bill y yo a la vez.

Caminamos por la calle, había bastantes tiendas, pero ellos decían que no eran esas las molonas, pero que también molaban. Entonces en mitad de la calle, había otra calle hacia la izquierda, y otra hacia la derecha. Los gemelos decidieron separarse.

-Emily, ¿a que te vienes conmigo hacía la derecha?—me dijo Bill para joder a Tom.
-Claro que no, porque se viene conmigo hacia la izquierda.
-Di que no, que se viene por aquí, que las tiendas molan más—Bill contraatacó.
-No, a ella le va lo rapero, ¿a que sí?

Yo no sabía qué hacer. Por una parte me quería ir con Bill, era una bellísima persona, divertida, y muchas cosas más. Pero por otra parte estaba Tom, una bellísima persona, un toca-huevos, y muchas cosas más. No sabía con quien irme, joder, porque tendría que haber venido. Pero al final Bill dijo que me fuera con Tom, porque era como una nena y no sabía defenderse, Tom le devolvió otra burla y al final me fui con Tom, como quería Bill. En esa calle, había una tienda llena a rebosar de gente. Entramos, Tom eligió un par de camiseta y pantalones, y se dirigió al probador. Pero antes de cerrar, me cogió del brazo y me metió dentro, entonces cerró puertecilla con pestillo. Me dejó atónita.

-¿Qué haces? Yo no puedo estar aquí, mejor me salgo a fuera.
-¡Que no pasa nada! Fuera te pueden raptar, estas más segura aquí.
-Ya pero tú te tienes que probar la ropa.
-Pues mira—me puso las manos en la cintura y me giró mirando para la pared—te quedas así y ya está.

Le volví a insistir, pero no me dejó salir. Me quedé mirando hacia la pared. Lo gracioso era, que tenía un espejo al lado, y cuando se levantó la camiseta se me fueron los ojos. ¡Madre mía como estaba el chico! Parece que ir al gimnasio obtiene recompensa, que torso. El se bajó los pantalones, hay desvié la mirada hacia la pared, seguramente estaría roja como un tomate, es que, para no estarlo con un hombre tan extremadamente violable dentro un probador. Pero, ¿qué estoy diciendo? Dios, me tengo que olvidar de él, lo tengo que hacer, maldito corazón, ¡olvídate de él!

-Ya puedes girarte, ya verás que guapo estoy.

Me giré y la verdad es que si que estaba bastante guapo. Se había probado unos tejanos largos con una camiseta de manga corta azul con letras blancas. Realmente guapo.

-Vaya, te queda genial.
-Suponía que ibas a decir eso—rió.

Se probó el otro conjunto y salimos de esa tienda. Como no se quería comprar más ropa fuimos a buscar a Bill, que llevaba con el cinco bolsas de tiendas diferentes. Le ayudé un poco con las bolsas, y nos fuimos por donde habíamos llegado. Le dimos todas las bolsas a Tom para que las bajara al coche, luego desapareció de nuestra vista bajando a por el coche.

-Pero…Emily, dime algo, necesito saberlo.
-¿Qué pasa?
-¿Tu quieres a Tom?
Me dejó petrificada, sin saber que decir.


Capitulo 8
-Verás, es una historia un poco complicada…
-Tranquila, tiene que pagar y todo, cuéntala. Tengo que saberlo, es mi hermano—suspiré.
-Haber, no sabes todo lo que he tenido que aguantar. Siempre que veníais por aquí, un puto saludo nada más, esperando a que al menos se dignara a hablarme alguna vez, pero no. Mientras tanto, ni siquiera miré algo suyo en internet, porque quería perder mi tiempo en conocerle, cosa que él no quería hacer conmigo. Cuando iba a casa de Simone, si alguna vez decía que quería ir al lavabo y subía, era una mentira, porque yo quería ver su habitación, ver donde pasaba su vida cuando venía aquí. Y ahora, me estoy resistiendo, porque solo se ha encaprichado de mí, y algún día, me dejara ir.
-Hostia. Entonces veo que le quieres.
-Veo que no entendiste nada—volví a suspirar.
-Sí que lo entendí, le quieres, es eso—empezó a salir el coche de Tom.
-No, mi corazón está sellado, y nadie va entrar.
-Entonces, tampoco él podrá salir, así que lo tomaré como un sí.

Entremos en el coche. Tom nos preguntó de que hablábamos pero Bill le soltó un rollo de que seguramente, los gorilas se reproducirían “a lo bestia” por su grandeza. Todos nos echamos a reír ante tal cosa. ¿Cómo podía decir que estábamos hablando eso? Tom me miró por el retrovisor, supe cómo me estaba poniendo colorada, ¿a quién se le ocurre soltar eso? Solo a Bill claro, cuando le pille solo ya verá, por dios, que vergüenza. Estuvimos riéndonos por eso un montón de rato, había sido un puntazo. Al final empezó a llover, así que cuando Tom aparcó, nos despedimos y cada uno salió pitando hacia su casa, casi no me mojé.

-¿Cómo fue la tarde tesoro?
-Oh, muy bien mamá, entretenida, ahora me voy a duchar.
-Vale.

Cogí un pijama que solamente se basaba en una camiseta de manga corta y unos pantalones piratas. El agua casi ardiendo me tranquilizó, como siempre. Estuve pensando en todo lo ocurrido. Solo pude llegar a una conclusión, me provocaba. Eso de ponerme en el probador era una prueba, para él intentar averiguar que sentía yo hacia el, o eso, o es que me monto películas de cine. Cuando terminé de ducharme, me puse a haber en mi portátil street dance. Serian pasadas las siete y media, así que no era tarde. Escuché como el timbre sonó, pero supe que iría mi madre y seguí tumbada en mi cama viendo la peli. Al cabo de dos minutos, picaron a la puerta de mi cuarto. Cuando se abrió, pude ver a Bill con una sonrisa de oreja a oreja, le di al pause.

-¿Qué haces aquí?—puse cara de sorprendida.
-Es que te voy a ir informando del comportamiento de Tom, es que dios, no sabes lo que hace.
-¿Qué hace?
-¿Tú has escuchado cantar alguna vez en la ducha a Tom?
-Claro, todos los días—reí— ¿Cómo quieres que le haya escuchado?
-Pues yo es la primera vez que le escucho, enserio, me he quedado boquiabierto.
-¿Y yo que quieres que haga?
-Que te lances.
-JAJAJAJAJA, que gracia.

Creo que ese ha sido el mejor chiste que escuché en toda mi vida, ¿qué me lance a Tom? Vamos, ni de coña, no me arriesgo, no quiero cagarla, sigo pensando que solo soy un juguete hacia él, cuando tenga otra mejor, me dejará tirada, como un perro cuando se cansa de su hueso, y no estoy dispuesta a pasar por esa situación, otra vez no, con una ha sido suficiente.

-Pero, ¿Por qué te niegas? Estas a la defensiva, ¿te pasa algo?
-Ni se te ocurra tocar mi pasado.
-Perdón, no quería ofender joder, me las arreglaré para que Tom deje su orgullo para otro día, mira, el miércoles que viene nos iremos a las Maldivas, hasta el domingo, le diré a Tom que te vengas.
-Tengo universidad, no creo que pueda, por cierto, siento haber sido tan borde…
-Tranquila colega, no pasa nada—me dio un abrazo y se fue.

Cuando se fue no pude evitar soltar más de una lágrima de mis ojos. Tengo que aprender a superar las cosas. Lo voy a reconocer mentalmente, si, me gusta Tom. Por una parte quiero decirle todo lo que siento, quedarme bien a gusto, pero por otra parte no, ¿y si es otro capullo como Derek? Otro que me quiera hacer daño, que me utilice…Pero yo no soy una cobarde, si me invitan a las Maldivas iré, y con un par de ovarios, le daré indirectas a Tom, y Bill me ayudará a que por fin me diga lo que siente, porque así yo no puedo vivir.



Capitulo 9

El domingo estuve casi todo el día estudiando, ya que tenía un examen el lunes y no había ni abierto el libro casi. Las dos primeras horas del lunes pasaron rápido, en el descanso, fui a hablar con Gerard, tenía que dejarle las cosas claras, era un gran amigo, no quería que esa amistad se rompiese. Lo encontré sentado en una mesa de la cafetería, al cabo de estarlo buscando durante diez minutos. Me senté en frente suyo.

-Tengo que hablar contigo.
-Adelante, cualquier respuesta la daré por válida.
-Me gusta/quiero a otro chico, lo siento, pero no quiero perder tu amistad.
-Eso es como dar pan al que se muere de sed, pero claro, para lo que necesites estoy.
-Gracias.

Inmediatamente me levanté de la silla y le di un abrazo. Era muy amable en no dejarme de hablarme, ya que no es que sea rica en amigos, y el siempre me había ayudado. Una vez, teníamos que entregar un trabajo hecho por ordenador, a mí se me olvidó el pendrive en casa, y él me regaló su trabajo, un cielo, le debo mucho. Al levantarme para pedir un café con leche, Derek se levantó de la mesa en la que estaba sentado y pasó por mi lado, solamente lo hacía por joder. Después fuimos a clase, me senté mas aliviada al saber que tenía todo solucionado con Gerard, así que las horas se me hicieron más rápidas y sin apenas darme cuenta, ya estaba cogiendo las llaves y entrando en casa. Dejé la mochila en mi habitación mientras mi madre me calentaba la sopa. Solo comí sopa, no me apetecía nada más, en ese momento el teléfono fijo empezó a sonar.

-Emily al mando.
-Que bien que lo has cogido tú. Soy Bill, ¿sabes? Lo estuvimos hablando Tom y yo y que nos parece perfecto que vengas el miércoles.
-Oh, gracias Bill, no sé qué haría sin ti.
-Por cierto, te invitamos, ¡No digas que no hace falta! Ya lo hemos pagado.
-Vaya, se nota que os sale el dinero de debajo las piedras, no como a mí.
-En realidad desde que se lo dije a Tom no objetó nada, pero claro, queríamos hacerte sufrir un poco, que te pensaras que no te llamábamos por qué no podías venir. Que tonto soy, pensar que Tom podría decir que no.
-Jaja, ¿estás algo nervioso no?
-Sí, es que, mi hermano hacía mucho que no tenía una relación seria con alguien, me alegro que haya sido con una chica como tú.

Esperaba que Tom no le estuviera espiando mientras hablaba, este Bill, habla por los codos, tiene que aprender a controlarse, y eso que parecía serio cuando solamente nos saludábamos, como dice el dicho, ver para creer. Al cabo de media hora paremos de hablar, es más, le tuve que colgar porque tenía que poner el lavavajillas, porque sino seguíamos hablando. Para cenar pedimos unas pizzas, se lo conté a mi madre y me dijo que no me preocupara, que se las arreglaría ella sola, si no, pediría ayuda a Simone. El martes en la universidad sí que transcurrió lento, muy lento. Esperaba que llegara la noche, por que el vuelo salía sombre las cinco de la mañana, un buen madrugón me pegaría. Le pedí a Gerard que me fotocopiara los apuntes para cuando volviese, aceptó con una sonrisa, como siempre. Las horas que faltaban me parecieron interminables, acabaron, volví a mi casa, y mientras me comía la ensalada y mi plato de carne con patatas, mi madre me empezó a hablar.

-¿Ya descubriste quien te quería? Por lo de la carta.
-Sí, era de Tom, me lo confesó Bill.
-Entonces creo que ya es hora que te diga los secretos de Tom.
-Vale.
Por fin, me acuerdo que una vez me dijo que sabía muchas más cosas de Tom de las que yo me pensaba, pensé que me estaba tomando el pelo o algo, pero veo que las cosas con el tiempo se averiguan.
-Cada vez que venía aquí, mientras tú estabas en la universidad, venia y me obliga a decirle como estabas, si habías cambiado, y que tal ibas con ese Gerard, le conté que te quería.
-Vaya—me dejo impresionada.
-También más de una vez le pillado asomado a su ventana mirando la tuya.
-Yo nunca lo he visto.
-Es muy discreto con estas cosas.

Lo último que dijo mi madre hizo que me empezara a reír pero muchísimo, tuve que beber agua porque sentía que me quedaba sin saliva. Discreto, creo que lo del probador por ejemplo, no fue nada discreto por su parte. A lo mejor yo estaba ciega y nunca lo había visto, además, mi ventana tenia cortinas, a no, que estuve un tiempo sin porque se me rompieron, es verdad. Volví a reír recordando cómo me cargué las cortinas. Pero entonces pensé en una pregunta clave que mi madre no me había dicho. Tenía miedo a preguntársela, pero la quería saber, necesitaba saberla.

-Mamá, ¿y eso desde hace cuando?—lo dije algo bajito.
-Pues, más o menos…unos dos o tres meses, algo así.

Eso era más fecha de la que tenía planeada. Y yo que pensaba que la única tonta que sufría por amor era yo, y pensar que yo les tenía algo de bordaría, sobre todo a Tom, entonces él a mi también, y en cambio el des del primer momento se acercó con toda su buena intención a hablarme, y yo no hacía más de decir que no le enteraba, que me hablaba por que se aburría y no tenía otra, cada día la vida me deja más claro que soy estúpida. Acabé de comer y entonces subí a preparar la maleta, creo que eran cinco días lo que estaríamos allí, no tenía ganas de contar. Yo puse ropa en la maleta para una semana, porque con lo que me manchaba yo comiendo, necesitaría de recambio mientras una se lavaba. Me tumbé en la cama, y la última vez que vi el reloj eran las cinco y media.
Al oír el timbre me desperté. Miré el reloj, eran las seis y cuarto, tampoco había dormido tanto. Entonces oí su potente voz decir “¿está Emily?”. Mierda, por dios, si mi oído no me fallaba ese era Tom, y yo en la cama, despeinada y con la ropa mas arrugada que una pasa, pero no me moví, me quedé dormida. Al momento se abrió la puerta.

-Mierda, está dormida—le escuché decir—pero dios, es guapa hasta durmiendo.

Eso izo que me sobresaltara el corazón, creo que lo debían de escuchar hasta los de Hamburgo. Entonces sentí una mano que me rozaba el brazo, ice como que me desperté.

-¿Qué haces tú aquí?
-Quería hablar contigo.

Me levanté y me hice una coleta alta para disimular mis pelos de loca. El iba guapísimo, y bien arreglado, como siempre.

-¿Que ropa te vas a poner mañana? Ponte veraniega, hará calor, bastante.
-Sí, ya me informó Bill, me pondré esos tejanos cortitos azules y esa camiseta roja.
-Oh, vale. Ven un momento a mi casa, que te quiero dar un complemento.

¿Otro gorro? Fue lo primero que pensé. Esperó a que me peinara y entonces fuimos para su casa. Allí saludé a Simone y a Bill, el me guiñó el ojo cuando Tom no le miraba, yo le sonreí. Subimos a su habitación, allí abrió una maleta, y estaba todo llena de gorras y gorros. Buscó y entonces sacó una corra roja muy chula.

-Te la regalo, así te hace juego con la ropa—en ese momento me fijé en su muñeca, llevaba mi pulsera.
-¿Otro regalo? Que no hace falta…
-Si hace falta.
-¿Y que te doy a cambio?—le pregunté, ya que me había gastado mis ahorros en su pulsera.
-Con un abrazo tengo bastante.

Me sonrió y yo me sonrojé seguro.




Capitulo 10
Nunca pensé que me iba a decir eso, o de momento en esa situación. Me daba mucha vergüenza tener que darle un abrazo, aun que solo fuera uno. Pero con la cara que me ponía, ¿quién se iba a negar? Al final se lo di, no sabía que se podía sentir tanto con un simple abrazo. Luego me fui a mi casa, y le enseñe la gorra a mi madre. Al final le iba a dejar sin gorras al pobre. Me acosté pronto, ya que me tenía que levantar a las tres de la mañana, para llegar al aeropuerto sobre las cuatro. Llegaríamos sobre las cuatro de la mañana pero del día siguiente.
Conseguí dormirme, pero cuando sonó el despertador me parecieron diez minutos, lo que había dormido. Me vestí, me peiné y me puse la gorra de Tom, me tomé un vaso de leche y salí a fuera. Habíamos quedado con un hombre de seguridad para que nos llevase al aeropuerto a las tres y cuarto. Por eso me levante a las tres, porque no tenía que hacer prácticamente nada. El coche era un pedazo de todoterreno, ya que aun que yo solo llevara una maleta, los chicos llevaban dos cada uno.

-Emily, llámame cuando llegues, ¡disfruta y cuidado!—me dijo mi madre, yo le abracé.
-Como no me llaméis, nos os vuelvo a dar de mis consejos en vuestras vidas, sobre todo a ti, Tom—ellos también abrazaron a Simone.
-Divierte te Emily, puede que no olvides este viaje—me guiñó el ojo.
-Gracias Simone—le di dos besos.

No sé porque me dijo eso, claro que no me iba a olvidar de este viaje. ¿Acaso alguien se olvidaría yendo con dos gemelos como ellos? Lo dudo. Lleguemos al aeropuerto sobre las cuatro, no había mucha gente, pero había. Me informaron en que iríamos en su avión privado. Cuando entremos al cabo de la media hora me senté por el medio y sola, quería dormir, los gemelos también se sentaron separados. No me costó conciliar el sueño.
Me desperté por culpa de un escalofrió que me recorrió el cuerpo. Me levanté un momento, vi que Tom estaba con su Ipod y Bill con su portátil, me acerqué a Bill y me senté a su lado.

-¿Qué haces con el portátil?
-Compro ropa en una página, lo he hecho más veces, nunca falla, mira que pantalones.
-Creo que con eso las fans te miraran mas el culo que la ropa que llevas puesta—me reí.
-Pues los compro—empezó a reírse muy fuerte, le gustaba ser el centro de atención. Estuve un rato con Bill, viendo la ropa de la página, algún día le compraría yo algo, en pocas palabras, cuando consiguiera ahorrar algo mucho, porque la ropa que se compraba Bill no es que fuera barata. Me levante para ir a ver a Tom, mientras iba pensaba de donde habría sacado Bill ese portátil, pero bueno. Cuando me vio venir sonrió y se quito un casco.

-¿No has dormido?
-Algo, no mucho, no consigo conciliar el sueño en los aviones.
-A mi me va bien para dormir hasta encima de una mesa—reí—y bueno…
-Te queda muy bien la gorra, normal, te la regale yo.
-Algún día te vas a arruinar, ya verás.

Bill nos llamo y fuimos a ver que quería. Nos enseño un restaurante muy bonito que estaba bajo el mar. El agua era completamente azul, un montón de peces nadaban por los alrededores, y se acababa de inaugurar en las Maldivas. Era realmente bonito, me encantaría cenar ahí algún día, mientras no apareciera ningún tiburón por ahí, yo ya estaría eufórica.

-Estaría guay verlo, sería bonito, mientras no hubiera ningún tiburón por ahí.
-Espero que no haya—rio Bill, ya que íbamos allí.

Ellos se sentaron juntos, yo me fui atrás del todo, y como llevaba el móvil en el bolsillo del pantalón me puse a escuchar una canción de Taylor Swift que se llamaba “you belong with me” que era preciosa, me encantaba. Esa canción me recordaba mis veranos en Asturias, España. A mí me gustaba mucho ese lugar, y en un pequeño pueblo de allí conocí a una chica de mi edad, majísima, un sol. Se llamaba Cristina. No nos parecíamos en nada físicamente, pero nos hicimos amigas rápidamente, muchas veces hablamos por Internet, y si pasaba más de una semana nos llamábamos. Por suerte se le daba muy bien el ingles. Otro dato importante es que cuando le decía que había visto en persona a los gemelos y a veces a Gustav y Georg, se ponía súper contenta, era una de sus fans. Ella se reía de mí, por mi acento al hablar algo de español, pero esos días con ella, eran inolvidables.
Me desperté por culpa un móvil, me había vuelto a quedar dormida, pero esta vez tenia por encima una chaqueta, y mi móvil estaba en el otro asiento. Por lo que vi la chaqueta era la de Tom, ya que casi me tapaba entera. Tom era un protector, y si lo era ahora, cuando tuviera hijos ya ni te cuento. Quería que se terminara ya el viaje de avión, quería llegar ya y ver cómo era todo aquello. Cuando fui a devolverle la chaqueta me di cuenta que estaba durmiendo, se la deje por encima. Las otras cuatro horas me las pase mirando por la ventana, y al final lleguemos, salimos a fuera y cogimos un barco rumbo a nuestra isla.

-¿Te mareas en los barcos?—me pregunto Bill.
-No, por suerte.
-Menos mal, porque para movernos tendremos que coger un barco.
-Ningún problema.

Hacia un sol que mareaba. Menos mal que llevaba la gorra. A Bill parecía como si se le fuera a ir el maquillaje de un momento a otro. No tardemos mucho en llegar a nuestro destino. Una isla con una casa de dos planta con piscina. No había mucho más. La arena era muy fina. Tom saco unas llaves del bolsillo de su pantalón y abrió la puerta.

-No lo digas a nadie, pero esta casa y esta pequeña isla es nuestra, la compremos—me explico Tom.
-Creo que hicisteis una buena compra.
-Y que lo digas, no sabemos si pisa alguien la playa, pero como en la casa no puede entrar nadie, eso nos da igual.

Por dentro estaba muy bonita decorada. El salón con vistas a la playa, la cocina hacia donde estaban las palmeras y el lavabo no tenía ventana. En el piso de arriba había tres habitaciones y otro lavabo. Las habitaciones con ventanas. Bill me enseño la mía. Como era muy pronto, en el salón empezamos a ver una peli que tenían por un cajón. Estaba chula, era de acción, duro lo suyo, casi cuatro horas. Tom cogió unas magdalenas del avión, así que desayunamos en la mesa. Me encantaba estar con ellos. Entre una cosa y otra se hicieron las diez de la mañana.

-¿Vamos a ver qué tal esta el agua?—dijo Tom levantándose.
-Oh, ¿Por qué no?—respondí contenta.

Cada uno fue a su habitación a ponerse el bañador. Yo me puse un bikini todo rojo, el color de la pasión. Casualmente me asome a la ventana, y vi a Bill y Tom con el bañador puesto en la orilla hablando. Bendito sea dios y gracias por el sueño tan perfecto que me estas concediendo.





Capitulo 11
Me puse mis gafas de sol y bajé hasta llegar a la playa. Cuando Bill me vio me sonrió y me hizo acercarme a la orilla, donde también estaba Tom. Me saludo, cuando toqué el agua y puse cara de desagrado, algo fría sí que estaba y encima, las olas que habían no eran pequeñas, eran medianas, tal y como me gustaban. Poco a poco Tom fue el primero que se metió, Bill y yo nos quedamos en la orilla.

-Tampoco esta tan fría cuando te acostumbras.
-Prefiero seguir esperando—le dijo Bill.

Entonces se acercó a él y de un tirón del brazo, se lo llevo para dentro de golpe. El pobre Bill le dio una colleja, pero a Tom esa situación le dio mucha risa, pero entonces me miró a mí, y ya no tenía tantas ganas de reírme como antes. Sabía que también me iba a tirar a mí, en verdad quería que lo hiciera, que me cogiera, pero me eché para atrás, cogí carrerilla y me tiré de cabeza al agua y salí a la superficie.

-Chica lista, antes de que te tiren, te tiras tú—me dijo Bill.
-Gracias.
-Bueno, ya te tirare en otra ocasión…
-Si te dejo claro, por que estaré muy atenta haber que intentas.
-Dios mío, qué miedo—rió.

Estuvimos un rato haciéndonos ahogadillas y todo lo típico. Tom tenía una espalda fuerte, porque para que me pudiera subir en ella y tirarme, y Bill hacer lo mismo…Bueno, es que tampoco es que seamos gordos, pero una cosa no quita la otra. Cuando salimos del agua, cada uno se dio una ducha, primero yo, luego Bill, y por último Tom, hay que ver, este hombre siempre es el último. Me avisaron de que al restaurante hay que ir, no muy elegante, pero bien vestido, así que me puse una camiseta de manga corta y unos pantalones piratas con unos zapatos blancos. Simple y al mismo tiempo medio elegante.
Bill llamó al hombre que nos llevaría en barca, me gustaba, parecía una superviviente cuando van en lancha a su destino, me gustaba.

-Gracias por traerme, me encanta este paisaje—comente para romper el silencio.
-Te traería siempre que pudiera—ese comentario de Tom hizo que Bill me sonriera en un sentido claro…
-Gracias, aun que si volviera a venir, me lo pago yo, ¿entendido?
-Sí, pero que sepas que la semana que viene empezamos la gira, y este será nuestro último respiro en algo de tiempo—contó Bill.
-Claro, la gira…

Me sentó fatal eso de la gira, porque sabía que la semana que viene se iban, se iban de Alemania, y yo no les volver ería a ver hasta dios sabe cuándo. Otra vez la misma rutina…Y seguro que cuando volviesen, volveríamos a los saludos de siempre, por que las amistades en las que primero están iluminando todo, algunas acaban por no iluminar nada…Y yo no quiero que me pase eso con ellos, con ellos no…

-¿Te pasa algo?—me preguntó Bill.
-Ah, no tranquilo, solo estaba pensando…en cosas…

Se me quedó mirando, pero creo que averiguó porque estaba pensando en mis cosas, y sabía que Bill no se iba a quedar con los brazos cruzados. Llegamos a la ciudad, era gigante, caminamos un rato, nadie les reconocía y si lo hacían, no se acercaban a ellos, aquí por lo menos no se tenían que tapar tanto. Nos paremos en la puerta de un restaurante, entremos y nos sentemos en una mesa, que estaba alejada de las demás.

-Voy al lavabo, ¿vale?—dije.
-Yo también—Tom le miró mal—tranquilo, no al mismo—rió.
-Vale, yo pido el menú, ¿os parece bien?—asentimos.

Sabia que Bill quería hablar conmigo, me levante y el también. El lavabo estaba en la planta de arriba, así que subimos para arriba, y cuando Tom ya no nos veía…

-¿Qué te ha pasado en la barca?
-Me jode que después de esto os vayáis y ala, hasta luego Emily…
-Entiendo…

Después de esa conversación entremos cada uno a su correspondiente lavabo, cuando algo va bien, siempre hay algo que te espera peor…Una lagrima salió de mi ojo por pensar en esas cosas. Me cague en todo, ya que ellos no eran tontos y se darían cuenta, me espero un poco a que mis ojos parecieran normales, me moje un poco el cuello y la frente para refrescarme y bajé. Cuando me vio Bill puso cara rara, pero luego empezamos a reírnos.

-Va en serio, cuando era pequeña cogí un cactus con toda la mano porque pensaba que no pinchaba, que era de plástico.
-Hay pobre, luego para quitarte si se te quedó clavada una púa o como se llame eso—rió Tom.
-Sí, lo pasé mal, pero más mi padre—hice una pausa al recordar a mi padre—que no sabía qué hacer, si desinfectar y luego sacar las púas con una pinza…
-Una vez cuando fuimos a la playa, a Mallorca, me acuerdo que hicimos esquí acuático, tendrías que haber visto a Bill volar por los aires por que se soltó y luego caer al agua.
-Sí, lo pasé francamente mal, algo me rozó el pie mientras venia la barca a recogerme.

Pobre Bill, debería de haber estado cagado en esa situación. Al cabo de un rato nos trajeron la comida y comimos tranquilamente, luego vino el café. Después paseemos por la ciudad, era bonita, me hicieron una foto en una fuente, aun que yo nunca salía bien en las fotos, en esa salí bien. Se encontraron a una fan, yo entonces me fui para delante para disimular mientras ellos se hicieron una foto. Luego entremos en una chuchería que había por ahí y los gemelos se compraron chuches. Eran como niños. En un supermercado compraron pizzas, carne, espaguetis…Para poder cenar en la isla.
Después volvimos a la barca que nos llevaría de vuelta a la isla, el hombre estaba leyendo una revista, cuando nos vio la dejo a un lado y nos llevo de vuelta a la isla.

-Creo que en esa revista salís vosotros—dijo el hombre.
-¿Así?—dijo Bill mientras la cogía.
-Por el final.

Bill la cogió y empezó a buscar, efectivamente salíamos los tres por Alemania comprando, las noticias vuelan. Ellos no se preocuparon, es más, les daba igual, porque siempre tenían que estar escondiéndose, y como a ellos les daba igual a mi también, completaríamos estos días como si no hubiéramos visto nada. Luego lleguemos a casa, cenemos y yo me fui a dormir, estaba cansada.
-Bill tesoro, ven aquí, y ven ya…
La puerta de mi habitación se abrió sin hacer ruido y se cerró sin hacer ruido.

-Emily por favor, ayúdame, escóndeme, Tom me busca.
-¿Pero qué pasa?—dije mientras me incorporaba.
-Que le robe la ropa y la toalla mientras se daba una ducha.
-¿Pero tú eres tonto?—pero me reí un poco, ya que estábamos hablando muy bajo.
-Lo sé, y ahora me quiere hacer comer arena de la playa…

Empecé a descojonarme intentando no hacer mucho ruido, quien le mandaría a Bill robarle la ropa y la toalla. Escuchemos como caminaba, si no me equivocaba estaba por aquí cerca, me metí en la cama corriendo y Bill se escondió detrás de la cama. La puerta se abrió al cabo de un rato.

-Emily, ¿estás despierta?
-Tus voces me han despertado—me salió un bostezo.
-Vaya, lo siento, ¿pero has visto a Bill por aquí?
-El único que ha entrado has sido tú.
-Es que me tenido que pasear todo el pasillo en pelotas porque alguien me ha robado la ropa y la toalla.

Empecé a reírme a carcajada limpia.

-Menos mal que no he salido.

Entonces el se fue en busca de Bill por la casa, cerró la puerta y vi asomarse a Bill mirando si estaba fuera de peligro.




Capitulo 12
Suspiré al pensar que estos dos tenían veinte años, y parecía que tenían diez. Abrí la puerta y no veía a Tom, seguramente estaría en la cocina. Salí yo primera, luego salió Bill y bajé para la cocina. Efectivamente ahí estaba Tom, mirando la nevera y con las manos en la cabeza.

-¿Pasa algo?—pregunté.
-La verdad es que si, para desayunar, solo queda un paquetito de galletas.
-¿Y qué pasa?
-Que está caducado—empezó a reírse un poco.

Perfecto, me pregunto quién sería el primero que probara las galletas, que seguro que eso debería de estar florido y todo. Cuando bajo Bill, Tom le hecho una mirada de esas de “más tarde te comerás la arena de toda la playa”, nos sentamos los tres en la mesa con el paquete de galletas en medio. Nos mirábamos con caras, haber quien empezaba el paquete.

-No pienso poner en peligro mi vida por un paquete de galletas—dije de broma.
-¿Y cómo lo hacemos? Tom, empieza tú.
-Si hombre, lo hacemos a cara o cruz—mientras iba a por una moneda.

Cada uno diría algo, pero los tres no podíamos estar de acuerdo. Me dejaron elegir a mi primera, elegí cruz, después eligió Bill, que quiso cara y por último, Tom se unió a mí y dijo cruz. Tom tiro la moneda y cayó encima de la mesa. Bill puso cara de alivio.

-Bien, os toca a vosotros, yo me salvé.
-Vale…

Había mucha tensión en esa mesa, en esta segunda ronda. Volví a elegir cruz, así que Tom se tuvo que conformar con la cara. Tiro la moneda a la mesa, parecía como si no fuera a caer nunca, pero cayó.

-¡Toma! Sabía que la cruz iba a ganar, a la, espero que tengas un estomago de hierro—dije contenta.
-A mi no me hace gracia…
-Bueno, pero has perdido hermanito, come.

Tardo unos cinco minutos en coger una galleta y otros dos para pegarle un pequeño bocado. Al principio puso cara de asco, pero luego su cara fue mejorando, al final iban a estar buenas y todo las galletas. Efectivamente, dijo que estaban buenas, así que empezamos a comer, estaban buenas. Escuche mi móvil sonar, así que subí corriendo las escaleras hasta la que era mi habitación, vi que se trataba de Gerard, se lo cogí felizmente.

-¡Gerard!
-Dios Emily, no sabes lo que te tengo que contar, es que es muy fuerte.
-Oh, pues cuéntame, ¡escúpelo! Me tienes en ascuas.
-Derek, ayer se sentó a mi lado preguntándome porque no habías venido, tranquila, no le dije nada. Pero eso no es lo menos fuerte.
-¿Que ha pasado más?
-Dice que quiere hablar contigo, que lamenta que todo se jodiera, que quiere verte.
-Claro, ahora…Dile que no me hable, que le odio, y que le den.
-Vale, lo siento tengo que hacer cosas, ¡diviértete mucho eh! Adiós.
-Gracias, cuídate, adiós.

Me senté un momento en la cama pensando en todo lo que acababa de pasar. No sé cómo puede haber gente de esa manera, escuche mi nombre y entonces mire por la ventana. Vi como Tom tenia a Bill tumbado en la arena boca abajo. Al principio me dio bastante risa esa escena, pero cuando me empecé a acordar que Tom quería que Bill comiera arena, me dirigí corriendo a la playa evitando los obstáculos de la casa. Cuando llegue hice como una mini pelea con Tom para alejarlo de Bill, pero no pude hacer nada y me cogió en brazos.

-No te deberías haber puesto por medio, tendré que eliminarte—decía mientras caminaba hacia el agua.
-Que sádico, pareces un asesino que quiere ahogar a su víctima.
-Ahogar no.

Se adentro un poquito y yo veía como Bill por detrás iba a empujarle para que cayera al agua. Pero Tom me tiro al agua. Adiós a mi bonito pijama de pantalón corto y camiseta de tirantes, fue un placer llevarte puesto este verano. Cuando salí a la superficie. Vi que Bill acababa de empujar a Tom al agua. Salí del agua y salimos los dos pitando.

-¿Sabes? Me pregunto si esto es un sueño.
-¿Por qué?
-No me creo que esté haciendo esto con los gemelos Kaulitz, cosas que niños de ocho años hacen en la playa.
-Piensa en que esto no le pasa a cualquiera, mas tarde tendrás que volver a la universidad. Así que aprovecha estos dos días sin contar este que nos quedan por delante, ¿vale?

Yo asentí con la cabeza, creo que Bill tendría que haber sido psicólogo en vez de cantante, pero bueno. Cuando miré atrás vi que Tom no estaba, así que decidimos volver a la casa. Escuchemos el ruido de un chapuzón que vendría de la piscina. Cuando nos acerquemos vimos a Tom dentro la piscina.

-¿Qué haces aquí?—le pregunto Bill.
-Bill si quieres que no publique en el blog esas fotos tuyas disfrazado de diablo de hace nueve años, salta del trampolín. Pero antes saltara Emily, ¿no?

Miré el trampolín de la piscina, no era muy alto, pero suficiente como para que no quisiera saltar.

-Eres retorcido—reímos todos—llevo mi pijama puesto.
-Si quieres saltar sin ropa yo no te digo nada.

Que hombre más pervertido por favor. Pero me hacía gracia su manera de ser. Ojala Cris pudiera estar aquí conmigo, y con ellos, su sueño. Me subí al trampolín y cuando encontré el momento oportuno, salté. Nadé hasta ponerme al lado de Tom, para contemplar el súper salto de Bill. Por suerte no fue un planchazo, pero por poco. Pasamos la mañana ahí. Luego comimos en la casa con bromas y risas. Con ellos todo era eso, ni por asomo te transmitían mal rollo. Por la tarde hicimos esquí acuático, cosa que no había hecho en mi vida, fue una pasada, aun que a mí me hubiera gustado más tirarme con un paracaídas, pero alguna vez lo aria, algún día. Cuando llegamos me duche la última.

-¿Por qué no bebemos algo?
-Yo no suelo beber—dijimos Bill y yo a la vez.
-Bah, por una noche, venga, que le hice al de la barca que nos comprara.
-…

Sabía que no tenía que hacerlo, pero tampoco me iba a cortar una mano si me emborrachaba o algo. Todos empezamos poco a poco, pero ya se sabe que cuando se empieza poco a poco, se sigue y se sigue hasta que no te acuerdas de nada. Me las vi negras para poder subir las escaleras, bueno, los tres, pero conseguimos subirlas, cuando encontré mi habitación, me caí en la cama se golpe, pero me dio tiempo a ver la hora, las cinco y media.

-Emily—note como zarandeaban mi cuerpo.
-Que pasa—aun dormida casi del todo.
-Soy Bill, oye, que son las cuatro de la tarde, y ahora estamos Tom y yo en la cocina, quiero que escuches lo que hablamos.
-¿Por qué?
-Escúchalo, por favor, ahora si me disculpas, voy a la cocina después de ir al lavabo—me guiño el ojo.

Seguí a Bill y baje las escaleras, me quede fuera, Bill entro, no sé que quería que escuchara.

-¿Entonces que vas a hacer Tom?
-Creo que la voy a invitar esta noche a cenar al restaurante ese que se pueden ver los peces. Siento decírtelo ahora, pero hice la reserva ayer.

El corazón me iba a explotar, me quería llevar a ese restaurante, al que me hacia tanta ilusión ir.

-A no tranquilo, ¿cuando se lo vas a decir?
-Si vamos a la playa un rato se lo diré allí, sino, no sé.
-Tranquilo, yo estaré aquí en casa y me iré a dormir pronto.
-Haz lo que quieras.
Subí las escaleras poco a poco y sin hacer ruido, fui al lavabo y cuando salí, empecé a hacer ruido bajando las escaleras para que pareciera que me acababa de levantar.




Capitulo 13
Entré en la cocina con cara de dormida. Bill se me quedó mirando con cara de “que bien actúas”, pero es que no hacía falta actuar, por que mira cara de dormida era increíble y de verdad.

-Vaya cara llevas—me dijo Tom antes de que dijera algo.
-Ya, es que tengo mucho sueño pero bueno.
-Ah, pues Tom y yo teníamos pensado ir a la playa a tomar el sol, ¿tú también saldrás a fuera no?
-Claro—Tom sonrió y yo a él.

Bill era mi cómplice, me informaba de todo lo que mis sentidos no conseguían enterarse, pero tampoco me decía algo muy importante, comimos cuatro cosas que había en la nevera, pero suficientes para que mi estomago se quedara lleno. Después de recoger la cocina, hablé con mi madre, ya que no había hablado mucho con ella durante mi estancia en las Maldivas, me puse un biquini negro con rayas azules. Los gemelos se pusieron a tomar el sol, pero a mí eso no me gustaba, así que con arena mojada intentaba hacer la figura de un escorpión. Al cabo de un rato, mientras le estaba dando forma a la cola, una sombra me tapó el sol. Cuando vi quien era mis ojos se alegraron.

-¿Qué haces?—me preguntó Tom.
-Un escorpión, es mi segundo animal favorito.
-Mira, eso no lo sabía por cierto, una cosa importante.
-¿Qué pasa?—aun que me imaginaba lo que me iba a decir.
-Esta noche reserve para poder cenar nosotros dos solos en el restaurante que nos enseñó Bill por ordenador—notaba su voz nerviosa.
-Oh, por mi vale.
-Ponte elegante—me guiño el ojo.

Se quedó ayudándome haciendo el escorpión, no es que nos estuviera quedando una pasada, pero a mí me gustaba. Bill nos miraba de vez en cuando, el se cambio y se puso una sombrilla para poder estar a la sombra. Mientras Tom mejoraba la cabeza del escorpión, cogí arena mojada y se la tiré en toda la espalda seca y morena, le metí un susto increíble. Yo me empecé a reír y Bill a lo lejos, con esa piel tan blanca que tenia y ese tatuaje gigante que tanto destacaba, y la estrellita que tanto molaba.

-Eso a sido a traición eh—me dijo Tom mientras cogía el un puñado de arena y la mojaba.
-Bueno, aquí se necesita emoción.
-Y que lo digas, ¡guerra de bolas de arena!—chillo Tom para que Bill se enterara.

En cinco segundos me cayeron un montón de bolas de arena en la espalda, yo le di con una en el cuello a Tom, el a mí en la pierna, en la barriga, espalda, cabeza…Hasta le tiremos una a Bill pobre, que se tuvo que meter en el agua hasta la cintura para quitarse bien la arena. Estuvimos un rato tirándonos bolas.

-¿Por qué no te vas de compras con Bill?—me dijo Tom.
-¿Por qué me tendría que ir?
-Para comprarte un vestido elegante, hay muy bonitos por aquí.
-¿Y tú no vienes?

-No puedo, además, Bill es un especialista en moda, yo no tanto.
Le comentamos la idea a Bill, que puso una sonrisa enorme al saberlo, me hizo ducharme en cinco minutos, arreglarme en tres y coger mi monedero y móvil en dos segundos. Nos despedimos de Tom, y fuimos hasta la ciudad principal, que es donde estuvimos un día comprando también. Bill me llevo a una tienda que parecía bastante cara.

-¿Este rojo te gusta?
-No, muy chillón, algo más clarito.
-¿Y este azul clarito?
-No me gusta la forma.
-¿Y ese lila?
-Muy largo.
-Joder chica, al final no encontraremos ninguno.

Pero entonces vi un vestido escote palabra de honor precioso. Blanco con rayas rosita flojo y gris flojito, me encantó, me enamoró de golpe, encima tenía unos zapatos blancos que me había traído. Cuando me lo probé Bill no paraba de decirme que estaba guapísima, que a Tom le iba a encantar y que en vez de fijarse en los peces de alrededor se fijaría en mí todo el rato. No era por parecer chula, pero me encontraba bastante guapa.
-Espero, que te vaya bien tu cita.

-Gracias.
-¿Te vas a lanzar?—me dejó con los ojos abiertos.
-Clarísimamente no, qué vergüenza.
-¿Y si se te lanzara él, qué harías?
-Lo que mi corazón diga, no lo que mi cabeza piense.

Esperaba disfrutar de la cita todo lo que pudiera, seguro que perdería la noción del tiempo nada más sentarme en la silla, teniendo enfrente a Tom, y pudiendo ver los peces nadar mientras cenaba, sería una experiencia única, de las que solo son una vez en la vida y son como un tren, como dudes el tren se va y tú te quedas desolada y triste.

-Sabes que yo soy voto a favor por vuestra futura relación.
-Vas a hacer que me sonroje—dije riéndome.
-Bah, que mas da—y el también rió.

Volvimos a la casa para arreglarme, Tom no estaba y solo había una nota encima de la mesa “a las nueve entra en el restaurante” y luego ponía que una barca me recogería a las ocho y media. Me puse el vestido y mis zapatos blancos, me arregle un poco el pelo pero me lo deje como siempre lo llevaba, y Bill me maquilló algo los ojos, era el mejor maquillador que podría haber tenido nunca. Para caminar por la arena me quite los zapatos y subí a la barca, y antes que me fuera Bill me dijo que aprovechara bien la noche, ya que su hermano Tom no es de preparar muchas cenas a una chica.

-Qué guapa vas—me dijo el chicho de la barca.
-Gracias.
-Creo que el chico que te espera tiene mucha suerte.
-No sé qué decir…
-Si salen más las cosas, siempre me puedes llamar, eh.
-Tomare nota—y me eche a reír, que enrollado era el chico de la barca.

El camino fue bastante gracioso. Me tuve que identificar con mi nombre al hombre que estaba en la puerta, entro dentro y a los cinco minutos salió dejándome pasar adentro. Otro chico me llevo hasta dos puertas, cuando las abrí pude ver a Tom esperando debajo de los escalones que habían y también los peces nadar, era más bonito de lo que pensaba.

-Si me permite, señorita Emily, me dejo sin palabras.
-No me hables como si fuera mayor.
-Vale, intentare evitarlo con semejante chica delante—y me sonrió.

Creo que tarde un segundo y medio en ponerme roja, como si me hubiera quemado con el sol, pues igual. Nos sentamos en la mesa que había en medio de aquella sala rodeada de peces de todos colores, blancos, amarillos, rojos…hasta se veía alguno verde, pero no habían muchos de ese color.

-Tú también estas muy guapo, pareces más formal.
-Algo sí que me he arreglado, pero pensé que como más natural mejor, así que…
-¿Sabes que el de la barca me ha tirado los tejos?
-¿Así? Voy a tener que echarle bronca, aun que no me extraña...

Pedimos algo para cenar, Tom se reía bastante, me encantaba la sonrisa que tenia, tan perfecta. ¿Cuántas chicas soñarían con estar en mi situación? Miles, y yo soy la escogida.
-Tengo que hablar contigo seriamente—me asuste.

-¿Qué pasa?
-¿Que sientes cuando me ves?
-Muchas emociones que no estoy dispuesta a decir—me estaba poniendo nerviosa.
-Ya somos dos.

La comida llegó, cambie algo de tema, me incomodaba, quería aclarar todo, pero en ese sitio no, fuera, sentada en una silla no, de pie, estando como estaba, me sentía atrapada. Así que durante la cena estuvimos hablando de otras cosas, supongo que le había chafado el plan, pero a veces le veía pensativo, así que conociéndole más o menos, supe que estaba creando otro que pronto se pondría en marcha. Terminamos la cena y salimos del restaurante para ir de vuelta a casa, pero en vez de entrar, nos quitamos los zapatos, en su caso las bambas y nos pusimos a pasear por la orilla del mar.

-¿Qué bonito esta el cielo no?—dije.
-Sí, muy bonito.

Entonces paramos de caminar y paso una estrella fugaz corriendo por el cielo, vi como Tom cerraba los ojos, estaría pidiendo un deseo. Sé que no me lo podría decir, pero me hacía ilusión preguntárselo.

-¿Qué has pedido?
-¿Seguro que lo quieres saber?
-Seguro.

Se tomó unos segundos.

-No quiero que te separes de mí jamás.

La primera sensación que tuve al oír esas palabras fue de nerviosismo. ¿Qué hago ahora?, dios mío de mi alma, tanto tiempo esperando oír esas palabras para que ahora las escuche y no sepa que hacer. El corazón parecía que se me iba a ir con la estrella fugaz que había pasado, no dudaba nada en que él lo escuchara. Me miraba de una manera, que me mataba.

-Creo que compartimos el mismo sentimiento.
-Me alegra saber eso.
-Ahora yo voy a cerrar los ojos, y tu, haz lo que quieras.

Cerré los ojos tal y como dije, esperando que el hiciera algo, y así lo hice. Me beso con tal calidez, que en ese momento me sentía la persona más feliz del mundo. Me moría de ganas de hacer cosas impuras, por así decirlo, pero aun no estaba preparada, quería esperar más tiempo, haber como reaccionaria.

-Si supieras las ganas que tenia de hacer esto…
-Si supieras las que tenía yo—le conteste.
-¿Hoy dormirás conmigo?
-Bueno, si solo es dormir, espero que te contengas—le di con el dedo en la nariz.
-Me pondré a prueba.

Dimos media vuelta y comenzamos a caminar hacia la casa, esta vez me cogió de la mano. Estaba en un mundo de color de rosa, yo al menos lo vivía así, por fin lo había conseguido, por fin. Ahora le podría abrazar sin vergüenza y besarle sin miedo. Bill fliparía cuando se lo contara, estaba segura. Cuando llegamos a casa, me puse el pijama y me tumbé con Tom en su cama, el iba a dormir con bóxers. Nos acomodemos.

-Buenas noches—le dije.
-Buenas noches—me respondió y me dio un beso en la mejilla.





Capitulo 14

Me desperté de golpe, tuve una pesadilla. Se trataba de que debía elegir entre mi carrera, la que siempre soñé, Tokio Hotel. Salí de la cama haciendo maniobras imposibles que jamás habría hecho antes con tal de no despertar a Tom. Baje a la cocina a por un vaso de agua, estaba acalorada, y el clima no ayudaba nada. No sabía qué hacer, parecía que todo el mundo estaba durmiendo, pero yo se lo quería contar a Bill, así que subí a su habitación. Cuando entre vi que estaba despierto, mirando por su ventana.

-¿Se puede?
-Claro, pasa—ni siquiera se giro para mirarme.
-Ayer todo fue muy bien, gracias por tu apoyo—le puse la mano en el hombro, vi como sonreía algo.
-Ya me di cuenta, esta mañana fue a tu cuarto a que me lo contaras—reímos—y como vi que no estabas, supe que todo había ido bien, y me alegro mucho…
-Gracias, y ahora si usted es tan amable, cuénteme que le pasa.

No era tonta, sabía que algo le pasaba. Siempre está feliz, con una sonrisa y un brillo en los ojos característico, que ahora no tenia, y ahora si la ponía, tenía una sonrisa forzada, y los ojos no brillaban, parecían apagados.

-No se lo digas a nadie, pero tenéis suerte, yo nunca pensé que de momento Tom tendría una relación seria. Y de repente veo que si, y yo no encuentro a nadie que me quiera…
-Pero Bill, no te comas la cabeza por eso, eres joven, ¡tienes mucho tiempo!
-Pero yo necesito a alguien, para darle mi cariño, y que ella me lo de a mí.
-Tienes que pensar que eres afortunado. ¿Por qué sabes qué? Y tengo una amiga española, que se llama Cristina, que conocí en unas vacaciones cuando fui a España, y por eso cada verano voy. ¿Sabes que es lo mejor? No sabría decirte cuantas veces se me ha puesto a llorar hablando de ti Bill, y tu ni siquiera sabes que existe, ¿sabes qué es eso? Que el amor imposible es el que más duele, te prometo que si ahora hablara con ella y le contara esto, me mataba y se echaba a llorar.

Parecía que lo había animado un poco, pero eso me hizo entristecerme a mí un poco. Me sentía como si le estuviera engañando, se lo tenía que contar, le tenía que contar que conocía a Tokio Hotel, y que estaba saliendo con Tom, porque si no se lo contaba me mataría, desayunando hable con Bill sobre ella, decidimos llamarla, tenía que saber esto, pondría el altavoz para que Bill la pudiera escuchar hablar, y quedamos en que cuando se lo contara, el cumpliría su sueño, hablaría con ella. Cogí mi móvil y marque su número, puse el altavoz y los dos nos sentamos en el sofá.

-¡Emily! Tía, tengo que contarte algo.
-Qué casualidad yo también—reímos-¿Qué es?
-¡VOY A VER A BILL! Si como lo oyes, ya tengo la entrada para el concierto de Madrid—Bill alucinó.
-Hay como me alegro vecina mía, te daría un abrazo si pudiera, pero oye, no me mates por lo que te voy a contar…
-Depende, no es broma, venga cuenta.
-Veras, estoy en las Maldivas con Bill Kaulitz y Tom Kaulitz, y Tom ayer se me declaro y estamos saliendo—se creó un silencio incomodo…

-Cabronaza, estas con Bill…

Su voz era muy temblorosa, estaba a punto de llorar, lo veía, si escuchaba a Bill hablar sabia que rompería a llorar, pero de felicidad. Había cumplido su sueño, y eso me hacía sentir muy feliz. Le hice señas a Bill para que cuando le tocara el brazo, empezara a hablar con ella, el asintió, se puso algo más contento al saber que iba a hacer feliz a una
chica amiga mía.
-Tengo una sorpresa para ti, ¡te quiero vecina!
-Hola Cris, soy Bill Kaulitz.
-¿Enserio, no me estáis engañando? Dios, esto es un sueño—empezó a llorar.
-No llores mujer, quiero que sepas que me siento feliz de saber que soy tan importante para ti.
-¿Ves? Eres un encanto, te voy a ver en Madrid, si ves a una chica con una camiseta azul soy yo, tengo los ojos verdes.
-Mira vamos a hacer una cosa, hablare con mi manager y te conseguiré un pase vip, Emily ya me dirá tus datos.
-¿De verdad? Oh, muchas de verdad, no sé cómo agradecerlo…

Estuvieron hablando unos minutos más, pero luego colgamos, teníamos que preparar las maletas para esta noche. Cuando se levanto Tom le contamos lo sucedido con mi amiga, le parecía bien que Bill la conociera. El día paso muy rápido, me sentía algo triste mientras veía como nos alejábamos de la pequeña isla, pensar en todos los momentos que habíamos pasado allí me entristecía, pero a la vez me alegraba de volver a casa. En el avión dormí mucho, los días en las Maldivas habían sido muy cansados, no hice gran cosa, miremos cosas por ordenador, Bill hablo con su manager, David Jost y el dijo que se encargaría de todo, y no solo mi amiga tendría un pase vip, si no que asistiría a la prueba de sonido, ella sola, bueno y se supone que yo también, aun que yo no lo tenía tan claro…

-Tú tranquila, voy a remover todo para que te vengas con nosotros a la gira, estamos a domingo, empezamos el jueves, vale es poco tiempo, pero ya verás cómo lo consigo—me decía Tom.
-¿Y mi universidad?—la pregunta que mas me aterraba decir.
-Solo puedes hacer dos cosas—se puso serio de golpe, Bill que estaba sentando delante se giro y también se puso serio.
-Di…
-Te vienes con nosotros y la dejas, o te quedas y no te vienes con
nosotros…

El silencio se aferro a la conversación, no quería dejar la universidad, pero tampoco quería alejarme de ellos, quería conocer más a Georg y Gustav, pero también quería sacarme mi carrera…La pesadilla que había tenido, se estaba haciendo realidad…

-Si quieres quedarte…Sabes que te llamare y que cuando vuelva volveremos a estar como ahora.
-Tengo que pensarlo…

Bill nos miraba serio, supongo que querría que fuera con ellos, pero no quería tirar mi carrera por la borda…Lo hablaría con mi madre, lo hablaría con Gerard y lo hablaría con Cris. El viaje fue algo más silencioso que el de ida, pero de vez en cuando también hablábamos. Me camuflaron con gafas de sol y el gorro de Tom, por que cuando llegamos, habían algunos periodistas. Pase con ellos, hacían preguntas al aire, pero nos fuimos rápido y nos metimos en un coche que nos llevo a casa. Me despedí de ellos con un abrazo por si las moscas estaban espiando y me metí en mi casa, donde me encontré con mi madre. Le conté solo lo de Tom y me fui a dormir. Me levante pronto, no tenía pensado ir a la universidad, pero no podía dormir, así que cogí el coche y fui. Me encontré a Gerard sentado en el banco de la entrada, como siempre.

-¡Gerard! Te tengo que contar más cosas…
-¡Pues cuenta!—me dio un abrazo.





Capitulo 15

El despertador sonó a las cinco de la mañana. De los nervios no había podido dormir mucho, así que me costó bastante levantarme, me duché con agua fría para despejarme un poco, además, hacia bastante calor. Cuando terminé, metí mis dos maletas en el coche, con casi toda mi ropa dentro, ya que tenía pensado quedarme toda la gira con ellos.

-Llámame solo cuando llegues a Madrid, ¿vale?
-Si mama—dije dándole un abrazo.
-Descansa y conduce con prudencia.
-Sí, y dile a Simone que no diga nada.
-Lo haré—me sonrió.

Me metí en el coche y puse en marcha el GPS. Iba cantando dirección a España, estaba muy contenta. Primero el día era caluroso, pero cuando empecé a entrar en Francia, el día se torció, comenzó a llover a cantaros y cuando estaba en medio Francia, tuve que parar y quedarme en un hostal, ya que era de noche y la visibilidad era casi nula por la lluvia.
Al día siguiente, volví a salir cerca a la misma hora que ayer, sobre las cinco y media. Tenía planeado llegar sobre las nueve o las diez de la noche, ya que no me podía permitir llegar mañana, porque estaría muy cansada y me perdería la prueba de sonido y no podría ver a mi Cris, además, ellos se irían a Portugal. Al final me retrase un poco, ya que se me apago el GPS y me perdí, pero al final encontré un pequeño hotel no muy caro, eran cerca las doce de la noche, pero conseguí una habitación.

-Pero, ¿está segura que solo se quiere quedar esta noche?
-Sí, solo estoy de paso, es para descansar.
-Me suena de algo, ¿ha salido por la televisión?
-No que yo sepa…
-Ah bueno, que pase una buena noche.

Menos mal que aprendí el ingles cuando era pequeña, así que no tuve problemas para comunicarme. Por la mañana el despertador no sonó, me olvide de ponerlo, así que me desperté a las doce y pico. Me duché y me vestí con rapidez. La prueba de sonido comenzaría a las tres, o eso ponía en el papel que me dio Tom. Hice un súper desayuno, ya que era la hora de la comida casi. Cuando acabé, me di los últimos retoques en el pelo, me puse brillo de labios y salí del hotel, en la puerta vi como un taxi dejaba a un hombre, así que cogí yo el taxi libre.

-Al Palacio de los Deportes por favor.
-¿Tu también vas al concierto de Tokio Hotel?
-Sí.
-Pero si tu no eres de España—no me jodas, no lo sabía.
-Soy alemana.

El conductor no me preguntó nada mas, las calles de Madrid eran tan diferentes a las de Alemania…A mesura que nos acercábamos al Palacio de los Deportes, la cantidad de chicas por las calles iba aumentando. Pobres, si supieran quien soy yo me mataban. Todas iban con pantalón corto y camiseta corta, ya que hacia un sol impresionante y daba muchísima calor. Eran cerca las tres, llegaría tarde, estaba segura. Cuando por fin llegue al Palacio me dirigí a la puerta trasera.

-Perdone, conozco a los miembros de Tokio Hotel.
-Si ya, y yo a Eminem.
-¡Pero es verdad!—me cabreaba muchísimo que no me creyesen.
-No saben cuantas veces me han dicho eso, ahora largo.

Me cerró la puerta, bueno la valla en la cara. Asqueroso hombre de seguridad. No sabía que hacer, por donde entrar, pero a través de la valla, vi unas escaleras que subían a otra puerta, pero al lado de las escaleras había una ventana abierta y de las grandes, sin rejas. No me lo pensé dos veces y empecé a subir la valla como pude, esto me recordaba cuando me colaba en el cole los sábados con mi amiga a ver a los de mi clase jugar al futbol. Conseguí pasarla a base de mucho esfuerzo, y cuando lo conseguí me dirigí corriendo hacia la ventana.

-¡Eh tu! ¡No puedes estar aquí!

Miré para atrás y vi a un guardia que empezaba a correr hacia mí. Entre por la ventana como pude, de un salto bien dado. Menos mal que estaba baja la ventana, si no no hubiera conseguido entrar. Lo malo es que me corte en el brazo al entrar, y algo de sangre comenzaba a salir. Corrí por el pasillo y antes de que el de seguridad me viera entré por la primera puerta que vi.

-¿Quién eres?
-Soy Emily, ¿y tú? Solo busco a Tom…
Solo había una mujer rubia con unos papeles sentada en el sofá que había en la sala.
-Natalie, algo de eso se sabes—me miro el brazo que me sangraba algo— ¿Qué te has hecho?
-Me he cortado colándome por una ventana…-echo a reírse.
-Que par de dos…

La chica, Natalie, de uno de los cajones saco un botiquín, me conto que en cada sala había uno, por si acaso. Me desinfecto la herida, entonces empecé a escuchar la voz de Bill, habían comenzado ya. En ese momento recibí un mensaje en el móvil, era de Cris “Ojala estuvieras aquí, Tom me ha contado todo y esto es increíble…”. Tranquila Cris, dentro de poco estaré allí contigo.

-Tom habla mucho de ti, ahora entiendo porque.
-¿Le conoces?
-Muy bien, ya sabrás porque.

Natalie me sonrió, era majísima, y me estaba ayudando sin saber nada de mi, o eso pensaba hasta que me dijo que le conocía muy bien. Le pregunté como se llegaba al foso, me dijo que fuera por el pasillo recto y cuando llegara al final y vería unas escaleras, las tengo que bajar del todo y llegaré.

-Espera que te vendo la herida.
-No gracias, no hace falta.

Salí de allí corriendo como nunca, quería verlos a todos, quería abrazarles a todos…Cuando acabe todo el pasillo vi las escaleras.

-¡Te encontré!

Vi como el de seguridad que me había perseguido antes, volvía a correr para atraparme, como me pillara la había liado ya. Cambiaron de canción, los tenía a unos metros, me puse a bajar las escaleras rápidamente, de dos en dos. Eran unas cuantas, cuando llegue abajo vi una señal que decía que para ir a pista tenía que ir para la izquierda. Fui para la izquierda, pase como por una especie de pasillo y vi las escaleras, la música la sentía a mi lado. Cuando baje todas las escaleras y salí por ese pasillo, sentí una gran satisfacción. Estaba viendo a Cris, Bill bailar, Tom tocando la guitarra con ganas, Gustav a saco con su batería y Georg con el pelo volando. El de seguridad empezó a chillar que me detuviera, en ese momento la música se paro, a Tom se le ilumino la cara y Bill empezó a sonreír, Cris se levanto del suelo y miro para atrás.

-¡Emily!

Empezó a correr hacia mí, las lagrimas me iba a salir volando, si ahora mismo me cayera no sentiría nada, había alcanzado mi más profundo deseo: Tener a Cris y a Tokio Hotel juntos.




Capitulo 16

Mis pies empezaron a reducir la marcha, al final Cris me alcanzó y me empezó a abrazar, me estaba dando en la herida y me estaba matando de dolor, pero no me importaba. Me sentía feliz, Georg hizo signos al de seguridad para que se marchara, lo agradecí mentalmente. Cuando Cris se separo de mi, dejó mi herida roja al descubierto. Vi como los cuatro se dirigían hacia a mí, Gustav el ultimo. Cris se percató de mi herida.

-¿Qué te ha pasado?
-No es nada, solo un rasguño—que dolía bastante.
-¿Quién te lo ha curada?—me preguntó.
-Una tal Natalie.

Abrió los ojos, pero justo en ese momento, Tom la aparto un poco y me dio un beso. Después me empezó a abrazar y entre susurros me decía que me había echado de menos, no le respondí, solo le abrazaba, no creo que pudiera imaginar lo que le había echado yo, de menos. Después de Tom le di dos besos a Gustav y luego a Georg, Georg me recordó el día del cine, un día divertido dentro de todo. Bill me abrazó sonriente, dejándome ver sus dientes blanquísimos.

-¿Has venido para unos días o te quedas?—me pregunto Gustav.
-Me quedo, he dejado la universidad.
-¿Cómo? No puedes hacer eso, siempre me hablabas de ello, ¡era tu ilusión!—me empezó a decir Cris sorprendida de mi decisión.
-Hay otras cosas que me hacen ilusión, Cris, tranquila, no pasa nada.

Sabía que no le había sentando nada bien lo que estaba haciendo. Amor o estudios, rara vez se pueden tener las dos cosas. Por mucha pena que me dé, tenía que abandonar una a la fuerza, lo sentía, ya había decidido cual abandonar y no iba a pensar más en las consecuencias, con el apoyo de la gente que me quiere ya tendría suficiente como para olvidarme de la universidad.

-Pero bueno, ¿seguimos con la prueba?—dijo Georg, tendría ganas de seguir
tocando.

Los chicos volvieron a sus posiciones, y nosotras nos sentamos en el suelo, mirando lo bien que lo hacían. Pensar que estaba sentada donde en un par de horas estaría a petar de chicas locas por tenerles cerca, hacia que algún escalofrió me recorriera la espalda. Veía a Cris sonriendo, pero a la vez pensativa, me intrigaba mucho, siempre que se ponía así pensaba en alguna locura.

-¿Te pasa algo?—le pregunté.
-Tengo que hablar contigo, vamos al lavabo.

Les dijimos que en breves estaríamos de vuelta y ellos siguieron con lo suyo. Los lavabos estaban cerca, ya que entramos por la parte que las fans no pueden entrar. En un santiamén Cris se estaba mirando al espejo y yo sentada en el mármol de al lado de la pica.

-Sabes que mi padre es técnico de sonido.
-Lo sé.
-Le he dicho que envié su curricular a David Jost, el manager, haber si lo ponen a trabajar en el equipo.
-Oh dios mío, eso sería genial. ¿Y el que piensa? ¿Está conforme en iré a trabajar con Tokio Hotel?
-Se supone cobraría más, a si que… ¡sí!

Eso era una gran noticia, podría estar con Tokio hotel y con Cris a la vez, bueno, si ella también podía ir con su padre. Veía sus manos temblar de emoción mientras contaba que podría verlos cada día o casi cada día, eso sí, tampoco se olvidaba de mi, un cielo en toda regla. Le di un abrazo y volvimos al escenario, nos hizo ilusión subir por la parte de donde salían ellos, habían muchos cables, no me extrañaba nada. Georg fue quien nos vio primero, y nos dedico una gran sonrisa, que fue como hicieron los demás cuando nos vieron detrás de ellos.
Estuvimos haciendo el tonto, sobretodo yo cuando comenzaba a imaginarme que tenía una batería delante e imitaba a Gustav. Cuando acabaron nos metimos dentro de una sala. Donde había bebidas y galletas.

-Por favor, entra conmigo—me suplicaba mi amiga.
-Que no, odio donde hay mucha gente chillando, además, yo no compré entrada.
-Por eso no hay problema, entras gratis—le eché una mirada fulminante a Bill.
-Venga, así si alguien me dice algo, tú entras en acción.

Eso me hizo pensar aun mas, estaba pensando en entrar con ella, pero cuando me dijo eso de por si alguien le decía algo, mi cabeza dio un vuelco y pensé que lo mas acertado era entrar con ella, aun que no me sabia las canciones, aun que me chafaran hasta que el estomago se me comprimiera a tamaño de hormiga, aun que el calor de allí me derritiera como un flan…Decidí entrar.

-Vale entro contigo.
-¡Chachi!—dijo casi chillando.
-Pero solo por si te dicen algo.

Fueron pasando los minutos y la hora del concierto fue llegando. Nosotras nos colocamos al lado de la salida de los túneles. Los chillidos cada vez se oían más fuertes, en verdad tenía miedo de que me rompieran una pierna o algo por el estilo. Esperamos a que la primera fan pasar corriendo delante nuestra para nosotras empezar a correr detrás de la fan, a mi me daba igual donde fuera a parar, si lejos o cerca, pero entonces pensé en que nunca les había visto actuar, así que gracias a la ilusión que me hacía verlos actuar, empecé a correr más rápido, acabamos en primera fila.

-Dios tía, que chachi, estoy en primera fila—dijo con cara de psicópata emocionada.
-Ya lo veo, y lo noto. Tengo la valla comprimiéndome el estomago.
-Yo también—empezó a reírse—pero es el precio que hay que pagar para estar aquí.

Cuando me giraba para ver el panorama, veía a mas oleadas de gente llegar a la pista corriendo. Encima, tenía a la de al lado destrozándome el brazo, yo creo que lo hacía a mala fe, ya que mi herida era visible. Los minutos no pasaron volando, me di cuenta de que tenía el móvil lleno de batería y podría grabar el concierto, ya que lo había borrado mucha música que ya no escuchaba y fotos con amigos del colegio, por que las tenía en el ordenador. En verdad, aun que me costara admitirlo, estaba bastante nerviosa por el concierto.

-Y pensar que eres la vecina de su madre, y les has visto ochenta mil veces.
Sentí aquellas miradas de las cuales parecían que te estaban tirando cuchillos a la espalda.
-No, vuelvas a decir eso en voz alta, si quieres que salga viva de aquí claro—le dije al oído a Cris.

Ella se limito a reírse, pero las luces se apagaron en ese instante y los gritos inundaron mis oídos. Deje de sentir esas miradas envenenadas, puse el móvil en modo grabar, el pum empezó a escucharse y a rato la capsula empezó a iluminarse.


15 comentarios:

  1. joder este tambien me gusta esto no es serio eh! jajajaja
    quiero maaaaaaaaaaaaaaaaaaas

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  2. jajaja de gracias nada gracias te las doy yo mujer pero...
    SUBEEEEE XD

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  3. Si si tranquila, que este fic lo tengo acabo asi que cada sabado subire unos tres capitulos o dos, o uno, no se ya vere XDD
    :)

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  4. CADA SABADO? haber haber QUIERES QE ME MUERA?

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  5. EL TIMBRE SONO? Y AHI LO DEJAS no enserio os odio eh jajajaj
    subir mas anda hacerlo por mi XD

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  6. DOS SOLO? ni de coña minimo 4 XD

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  7. Que ha este paso acabo la fic en tres dias!!
    XDDD

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  8. no puede ser verdad! pero pero pero en el probador! te hare un breve inciso:
    ¿Qué haces? Yo no puedo estar aquí, mejor me salgo a fuera.
    -¡Que no pasa nada! Fuera te pueden raptar, estas más segura aquí.
    -Ya pero tú te tienes que probar la ropa.
    -Pues mira—me puso las manos en la cintura,SE ACERCO A MI, DEJANDOME COMPLETAMENTE PEGADA A LA PARED,MIS MANOS SEGUÍAN EN SU CINTURA, BLOQUEADAS NO LAS PODIA MOVER, MAS BEIN NO QUERÍA,EL POSO LAS SUYAS SOBRE LA MIA, MAS ABAJO, CASI LLEGANDO AL CULO, PERO SIN LLEGAR, SE ACERCO A MI CUELLO SUABE, EMPEZO A PASAR SUS LABIOS POR ESA ZONA TAN SENSIBLE Y A LA VEZ TAN PICARONA DONDE EL CUELLO SE UNE CON EL HOMBRO, SE ACERCO A MI BOCA, CASI SENTIA YA SUS LABIOS CON LOS MIOS, SU CUERPO,SIN CAMISETA APEGADITO A MI...
    -Eh! Emily reacciona,¿estas bien?- que tonta,ya estaba fantaseando pero...¿yo fantasear con tom? DIOS no podia ser
    -Pues mira—me puso las manos en la cintura y me giró mirando para la pared—te quedas así y ya está.
    Le volví a insistir, pero no me dejó salir cosa que hubiese preferido después de mi..."flash back!. Me quedé mirando hacia la pared. Lo gracioso era, que tenía un espejo al lado, y cuando se levantó la camiseta se me fueron los ojos. ¡Madre mía como estaba el chico! Parece que ir al gimnasio obtiene recompensa, que torso. El se bajó los pantalones, hay desvié la mirada hacia la pared, seguramente estaría roja como un tomate, es que, para no estarlo con un hombre tan extremadamente violable dentro un probador. Pero, ¿qué estoy diciendo? Dios, me tengo que olvidar de él, lo tengo que hacer, maldito corazón, ¡olvídate de él!

    ESO TENIA QUE HABER PASAO JAJAJA

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  9. podria, sisi, podria haber pasado, pero no paso u.u xdd

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  10. ya lo se esqe tom es tonto jaajjaja

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  11. Joder, y tan bendito amiga tener el placer de ver a tom tan wekuifhwqfjuyfierfierf no lo tienen cualquiera...
    joder ya tengo intriga ostia por saber que pasa jajaja sube mas mujer... XD

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  12. Eh, que a pasado con el fic? porqué no has seguido subiendo!?

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